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8.8.10
Qué barbaridad: un cafre hablando chapurriau!
La xenofobia, el miedo a los otros, a los diferentes, siempre ha estado presente en la condición humana. O el sentimiento de superioridad de la propia raza (el nazismo, por ejemplo) o de la propia cultura (el chovinismo o chauvinismo).
Por ello, no sorprende nada que tanto por encima y por debajo de las tierras romanizadas hubiera bárbaros y bereberes. No cuesta mucho darse cuenta del origen onomatopéyico de estas palabras, referidos a la manera de hablar, incomprensible para los latinos.
¡Anda qué barbaridad! Y fijaos que todavía decimos barbaridad para referirnos a algo monstruoso cuando el sentido primigenio era lo propio de los que hablaban de manera no comprensible, es decir haciendo una especie de sonidos bar-bar-bar, los cuales debían ser un claro indicador de constituir una civilización menor.
Pero no hay que ir tan lejos en el tiempo. Hoy en Francia se llama patois a las lenguas que no tienen el reconocimiento del Estado, una palabra que les quita dignidad y las califica de hablas propias de entornos rurales, de culturas menores, de hablas familiares ...
Y en España, también hay el Bable! Es una manera exactamente denigrante en su origen para referirse al asturleonés, la lengua que hablan 600.000 personas en Asturias, León, unas comarcas portuguesas, y hasta un trocito de Extremadura. Por cierto que personajes como el jugador del Barça David Villa han dado apoyo público a la promoción de esta lengua.
Y en nuestros países de lengua catalana también tenemos estas denominaciones denigrantes, que como pasa en otros lugares, a veces son aceptadas con resignación por parte de los propios hablantes si no saben darse cuenta de la intencionalidad que esconden. En las tierras de la Franja de Ponent, en Aragón, es muy habitual oír que hablan "chapurriau! Ni que decir qué intencionalidad se esconde detrás de impone estos nombres ...
Y aún podemos tratar otra: cafre. En este caso nos servirá para ver que también los demás nos pueden etiquetar a nosotros. Y es que cafre proviene del árabe, kafir, 'infiel', y dentro del islam identifica todos aquellos que no profesan la religión musulmana. Los europeos nos hicimos nuestra la palabra para referirnos, primeramente, los bantúes sur-orientales y luego, por extensión, ha adquirido la significación de salvaje, persona bárbara y brutal.
PD: La raíz 'barb' (o modificada en 'balb') es onomatopéyica y quiere decir hablar confusamente. Balbucear significa hablar entre dientes, hacer tapujos, no hablar claro. Es de origen expresivo, formado con esta raíz onomatopéyica. Fijaos en la diferencia onomatopéyica con bla, bla, que quiere decir hablar por los codos (¡la ele introduce el sentido de alargamiento!)
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